lunes, 20 de marzo de 2017

Equilibrio

Antes de dar comienzo al artículo de a continuación dejarme explicaros algo.
Hace un año que conocí a Edu Garriga, y rápidamente me di cuenta de lo mucho que iba a aprender de él.

A raíz de ir a hacer Crossfit al Box el cual él mismo dirige aprendí no solamente de este deporte sino muchas otras cosas en relación a la psicología deportiva.

Aprendí cómo el Crossfit, un deporte aparentemente duro y criticado por el desconocimiento social puede llegar a ser, a nivel mental uno de los deportes más equilibrados, un deporte que te permite aprender a organizarte, entrenarte en resiliencia, en competir contra ti mismo, en aprender un tipo de atención – concentración muy distinta y de cómo estas entre otras cosas son perfectamente aplicables al día a día, y por supuesto en cómo poder ayudar a atletas que se dediquen a ello, gente profesional o semi-profesional.

Por el respeto y la gran admiración que tengo hacia Edu le pedí que colaborara en mi blog aportándole un granito de arena sobre algo en relación al Crossfit.

Así que sin más os presento su escrito, espero que lo disfrutéis igual que lo he hecho yo

Equilibrio

“Vivo solo, entreno solo y ganaré el título solo.” Esta es la sentencia de Clubber Lang en Rocky III, una especie de alter ego de lo que fue Rocky en las antiguas entregas y que sintetiza, en muy poco lo que hace falta para arrebatarle el título al Potro Italiano.
Es curioso cómo a lo largo de los años la saga Rocky, ninguneada por la crítica des de su segunda parte, ha ido salpicando mi vida con pequeñas pinceladas de sabiduría que habían estado siempre allí pero que por mi falta de bagaje, madurez o experiencia, había sido incapaz de reconocer. Ésta, a pesar de caer en clichés ochenteros y en tópicos que se repetirían en todas las posteriores secuelas deja un par de perlas: una reflexión sobre el miedo que no descarto recuperar más adelante y otra sobre el triunfo y sobre cuánto lleva conseguirlo. Vivir solo, entrenar solo y ganar el título solo es muchas veces la única opción sobre todo en deportes individuales. Renunciar a prácticamente todo para lograr el ansiado título.

Perdón. Es ponerme a hablar de Rocky y me ciego hasta el punto de olvidarme que los lectores de este blog no tendrían porque conocerme. Mi nombre es Edu Garriga y soy Head Coach de Crossfit 77 Feet, atleta de Crossfit y halterofilia y ocasionalmente jugador de hockey, cantante de un grupo de metal y bajista de otro que no tiene tan siquiera nombre, impulsor de 77 Feet Apparel y alguna cosa más que me dejo en la chistera.  Para el que no esté familiarizado con el Crossfit podría estar escribiendo páginas y páginas sobre este deporte pero lo mejor es que lo pruebe y decida por sí mismo la gran pregunta: ¿qué es Crossfit? Por lo que  a mí respecta os puedo decir que el Crossfit de competición (insisto, de competición) es una gran locura. Una gran y preciosa locura en la que una mañana tienes que nadar 400m, correr 4km y volver a nadar 400m por tiempo, al mediodía levantar los máximos kilos posibles en peso muerto y por la tarde hacer un entreno que contiene 100 dominadas, 100 sentadillas a una pierna y 100 preses de hombro con 40 kilos. Un deporte que condena la súper especialización y celebra el equilibro. Una insania en la que levantar 260kg en sentadilla trasera es totalmente irrelevante si a la hora correr 5km te vas por encima de los 25 minutos.  Un bello disparate que no crea los mejores atletas en ninguna disciplina pero sí personas capaces de hacer prácticamente de todo y que autodenomina a su campeón la persona más en forma de la Tierra.

La ironía es que practicamos un deporte que premia el equilibrio por encima de todo y que genera deportistas muy completos pero seres humanos muy desequilibrados. Este deporte crea atletas capaces de competir en un triatlón, en una maratón o de generar una cantidad brutal de trabajo físico en muy poco tiempo y hace de esta compensación su bandera. Pero muchas veces conseguir tus objetivos te obliga a desequilibrar la balanza en favor del deporte y olvidarte de muchos otros aspectos de tu vida como familia, amigos, pareja, negocio o hobbies. Somos deportistas terriblemente completos pero seres humanos incompletos.

No creo que a nadie le quepa la menor duda que Mat Fraser i Davidsdottir (campeón y campeona del mundo) están sacrificando prácticamente todo en su vida para llegar al nivel competitivo que han llegado. Dicho en palabras de su entrenador, Ben Bergeron, “Si quieres ser el mejor del mundo en algo no puedes ser ni tan siquiera correcto en nada más. Ella (Davidsdottir) ha abandonado a su familia (ella es islandesa y ahora reside en un pequeño pueblo de Massachusetts), no tiene muchas relaciones, ni novio, ni marido, ni nada que se le parezca. No tiene otro trabajo, ni otros hobbies ni nada de esto” ”El equilibrio no es el objetivo correcto para ella”. Lejos de hacer un juicio de valor, simplemente se limita a explicar cómo son las cosas. Son los mejores del mundo en su deporte pero incapaces de poder hacer más cosas y no necesariamente porque no sepan sino porque el tiempo que toma ser el mejor en algo es incompatible con el tiempo que toma ser sencillamente bueno en otra cosa. Así que cualquier persona que quiera ser la mejor del mundo en lo que sea, especialmente en disciplinas individuales, se trate de MMA o cubo de rubik, tiene que destinar una cantidad de horas tal en perfeccionar su maestría en dicha actividad absolutamente incompatibles con llevar a cabo otras actividades de manera medianamente respetable. Ninguna duda en ello. La obsesión por conseguir tus objetivos debe llegar a ser enfermiza. Nociva incluso. Pero entonces, ¿hemos aprendido los competidores algo del Crossfit? Seguramente no.

Lo más gracioso de todo es ver como una persona que entrena entre tres y cuatro días la semana, sin más pretensiones que estar en forma, no solo ve como mejora su fitness, sino que también ve como mejora su vida. Sí, es capaz de integrar los aspectos básicos del Crossfit a su vida. Tal vez no llega nunca a tener el peso muerto de un competidor, pero traslada el Crossfit a todos los aspectos de su día a día mejor que un atleta. Ve como su rendimiento aumenta en su lugar de trabajo, incrementa su vitalidad, es capaz de jugar con sus hijos e incluso sus nietos. Muchas veces aprenden a ordenar mejor sus vidas, a aprovechar mejor las horas del día e incluso a tener una vida sexual más activa.

No creo que Crossfit deba reformular sus criterios competitivos para encontrar al atleta más en forma haciendo entrar en la ecuación cuestiones como cantidad de hobbies que practicas, libros que lees al mes o empresas que lideras. Evidentemente sería ridículo. Pero sí me plantea la siguiente duda razonable: ¿Quién es más completo como ser humano, el campeón de los Crossfit Games que no hace otra cosa que entrenar o un atleta, padre de dos niños, CEO de una de las compañías que más ha crecido en Sillicon Valley en el último año y que además sigue practicando Crossfit a muy buen nivel? Para aquellos menos familiarizados con el deporte, el ejemplo se refiere a Jason Khalipa, campeón de los Games del 2008 y sí, es solo un ejemplo, pero seguramente es la persona que mejor ha sabido interpretar este deporte y extrapolarlo a su vida: entender el Crossfit de manera integral y no como algo aislado y pasajero. Incorporarlo en todos los aspectos de tu vida y dejar que se apodere de todo. De tu familia, de tu trabajo, de todo. No pretender ser el mejor halterófilo ni el mejor corredor, pero intentar ser un muy buen halterófilo y un muy buen corredor. No pretender ser el mejor marido, ni el mejor empresario pero intentar ser un muy buen marido y un muy buen empresario. No ser el deportista más completo. Ser el humano más completo.